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Rob; uno de los diáconos de mi iglesia, pasó la mayor parte de su vida en pandillas. Tuvo un encuentro con Jesús cuando estaba en la prisión. Hoy, es una de las personas más amorosas que conozco. De hecho, no creo conocer a alguien con más amor por Jesús y la gente.

Rob me cuenta historias acerca de su vida con las pandillas y el miedo que sintió al salir de su pandilla para unirse al cuerpo de Cristo. Hacer esto estando en la cárcel es un acto suicida. Rob tuvo que cortar totalmente sus relaciones con la pandilla, y, por si no lo sabias, este tipo de acción no es tolerada en ese ambiente. Pero el Señor intervino para salvar su vida. Y no era solo la tortura física o la muerte a lo que él le temía; sino al rechazo de quienes amaba. Eran amigos muy queridos y leales que lo cuidaban las veinticuatro horas del día. Existía entre ellos un compañerismo y un amor profundo ya que habían pertenecido a la misma pandilla desde la infancia. Ahora, él iba a perder esas relaciones y se enfrentaría al odio de las personas a quienes tanto ama.

La descripción de la vida en las pandillas, se parece mucho a lo que la iglesia debería ser. Obviamente con grandes diferencias (sin las drogas, asesinatos y pequeños detalles como esos), pero la idea de «ser una familia» es el tema central de ambas, la pandilla y el diseño de Dios para la iglesia. A pesar de que en la iglesia usamos comportamiento de familia, las historias de Rob me demuestran que las pandillas tienen mucho más claro el concepto de familia que el que tenemos en la iglesia.


Basándote en lo que conoces acerca de las pandillas, ¿podrías imaginar la vida en pandilla reducida a una pequeña reunión semanal de una hora? Ningún grupo que se reúna por solo un momento a la semana se puede llamar pandilla. Ahora, imagina a un miembro de una pandilla preguntándole a otro de los miembros: «Hermano, ¿qué tal estuvo la pandilla? Tuve que faltar esta semana porque han pasado muchas cosas en casa».

Todos sabemos lo suficiente acerca de las pandillas como para saber que eso es ridículo. Sin embargo, cada semana escuchamos a cristianos preguntándose unos a otros: «¿Qué tal estuvo la iglesia?» Y es que, lo que Dios diseñó para que funcionara como una familia, ha sido reducido a una reunión opcional a la semana. Esto se ha convertido en una situación normal. ¿Cómo llegamos a esto? Cualquier miembro de una pandilla te puede decir que todos se protegen mutuamente, que ofrecen apoyo no importa la situación; son leales, comprometidos y siempre presentes. Mientras que en muchas iglesias la conexión que existe entre los miembros, es exactamente la misma que tienes que la persona extraña que se sienta a tu lado en el autobús.

Hazte a ti mismo esta pregunta: ¿Cómo veo a la iglesia en mi familia? ¿Es una actividad sola semanal, o una familia? ¿Si es una familia, estoy tratándoles a los demás como si fuera mi familia, reuniéndome con ellos y pasando tiempo juntos durante de la semana?


*Adaptado del libro Cartas a la Iglesia escrito por Francis Chan

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«Trabajarán ustedes durante seis días, pero el séptimo día es de reposo, es un día de fiesta solemne en mi honor, en el que no harán ningún trabajo. Dondequiera que ustedes vivan, será sábado consagrado al Señor». (Levítico 23:3)


El Sabbat fue un regalo de Dios para su pueblo después de que lo liberó de la esclavitud en Egipto. Allí, ellos trabajaban sin descanso. Pensemos en cómo se sintieron cuando oyeron: «Un día a la semana no trabajarán; será para descansar».


Dios estableció el concepto del Sabbat y le dijo a su pueblo que siguiera su ejemplo. Él lo estableció desde el principio, cuando creó el mundo en seis días y el séptimo día descansó. Además estableció los ritmos de descanso en la naturaleza, como la noche y las cuatro estaciones. Él quiere que dediquemos un día al descanso, y lo incluyó como uno de los Diez Mandamientos.


Hace poco hablé con mi amiga Elizabeth que es una fiel servidora del Señor. Me contó que hace un año había estado extremadamente cansada, al borde del agotamiento. Pronto se dio cuenta de que como familia no habían obedecido el mandamiento de dedicar un día al descanso. Decidió que haría un estudio de los pasajes de la Biblia que hablan del Sabbat. Como resultado, ella y su esposo decidieron que organizarían su rutina para cada semana dedicar un día al descanso.


Puesto que el domingo es un día de trabajo, escogieron otro día de la semana para su Sabbat. Elizabeth dice que es un día de expresar agradecimiento y considerar la obra de Dios durante la semana anterior. También es un día dedicado a la Palabra, a dejar el trabajo, y a disfrutar el tiempo juntos. Un año después, ella se sorprende de notar la diferencia en su nivel de energía y productividad. Dios hará mucho más en nosotros en seis días, si somos obedientes y descansamos un día de la semana.

Esta historia me inspira y me desafía. Yo no soy muy cuidadosa de observar el día de reposo. Te propongo que nos unamos a honrar a Dios con el Sabbat.


Experimenta el descanso

Busca la palabra Sabbat en una concordancia o alguna aplicación de la Biblia. Al leer los pasajes que describen el Sabbat, medita en la voluntad de Dios de que su pueblo experimente el descanso de sus obras. ¿Qué pasos puedes dar para ordenar tu horario y dedicar un día al descanso?




*Adaptado de la devocional Selah: Encuentra el Descanso para tu Alma escrita por Kerry Clarensau

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