Romanos 12:8
Todo cristiano está obligado a ser lo mejor que pueda ser para Dios. Al igual que cualquier otra actividad que vale la pena, si el liderazgo puede mejorarse, debemos tratar de mejorarlo. Al hacerlo, nos preparamos a nosotros mismos para un servicio superior que quizás esté a la vuelta de la esquina, aunque no se lo vea en la actualidad.
No todos los cristianos son llamados a un liderazgo importante en la iglesia, pero todo cristiano es un líder, puesto que todos nosotros influimos a otros. Todos deberíamos esforzarnos por mejorar nuestro potencial de liderazgo.
El primer paso hacia el mejoramiento es reconocer las debilidades, efectuar correcciones, y cultivar los puntos fuertes. Hay muchas razones que explican por qué el liderazgo de la iglesia está por debajo de lo mejor, y quizás algunas de esas se apliquen a usted.
Puede que carezcamos de una meta claramente definida que nos esfuerce, desafíe la fe, y unifique las actividades de la vida.
Quizás nuestra fe sea tímida, y titubeemos para correr riesgos por el reino.
¿Mostramos el celo de la salvación en Cristo, o es nuestra conducta mórbida y triste? Los líderes entusiastas generan seguidores entusiastas.
Puede que seamos renuentes a enfrentar una situación difícil y tratar valientemente con ella. 0 quizás estemos dilatando el asunto con la esperanza de que los problemas desaparezcan con el tiempo. El líder mediocre posterga las decisiones, conversaciones y cartas difíciles. La dilación no soluciona nada, y generalmente hace que los problemas se empeoren.
Quizás estemos sacrificando profundidad por amplitud, y nos estemos extendiendo demasiado, logrando resultados sólo superficiales.
EJERCÍTESE PARA DIRIGIR
Romanos 12:1 emite este imperativo para los líderes: «... Ofrezca su cuerpo como sacrificio vivo, santo, y agradable a Dios....» El tiempo aorista del verbo «ofrecer» en griego (que significa un acto que se ha consumado y terminado una sola vez) es seguido por treinta y seis verbos en tiempo presente (acción continua) que especifican lo que sucede cuando obedecemos y presentamos nuestros cuerpos de esa forma.
«... El que preside, con solicitud...» (Ro. 12:8). La Versión Moderna dice: «... El que gobierna, hágalo con solicitud....» Barclay traduce esta frase: «Si has sido llamado a proveer liderazgo, hazlo con celo.» Aquí está el llamamiento para zambullirse de todo corazón al liderazgo, para servir con energía, para no dar lugar a la indolencia. ¿Lo estamos haciendo?
¿Muestra su liderazgo la intensidad típica de Jesús? Cuando los discípulos vieron al Maestro encendido de enojo justificado ante la profanación del templo de su Padre, se acordaron de sus escritos: «... El celo de tu casa me consume» (Jn. 2:17). Tan intenso era el celo de Jesús que sus amigos pensaron que había abandonado el sentido común (Mr. 3:21) y sus enemigos le acusaron de que tenía un demonio (Jn. 7:20).
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*Adaptado del libro Liderazgo Espiritual escrito por J. Oswald Sanders
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