Una de las peores cosas que puede hacer es enseñar verdades que usted no está aplicando. Llamamos a esto hipocresía y es la crítica más común a los Cristianos en Norte América. Podría argumentar usted que es mejor no enseñar en lo absoluto que enseñar la verdad sin aplicarla a su propia vida. Jesús les dio algunas severas advertencias a los líderes religiosos que estaban haciendo esa misma cosa. Él dijo:
"Así que, todo lo que os digan que guardéis, guardadlo y hacedlo; mas no hagáis conforme a sus obras, porque dicen, y no hacen. Porque atan cargas pesadas y difíciles de llevar, y las ponen sobre los hombros de los hombres; pero ellos ni con un dedo quieren moverlas. Antes, hacen todas sus obras para ser vistos por los hombres. Pues ensanchan sus filacterias, y extienden los flecos de sus mantos." (Mateo 23:3–5)
La hipocresía ha dañado a muchos, así que vayamos lejos de esto.
Santiago también dio una fuerte advertencia en contra de este tipo de pensamiento. Él dijo que si escuchamos la Palabra de Dios, pero no hacemos lo que dice, entonces nos estamos engañando a nosotros mismos (Santiago 1:22–25). Él prosiguió en decir que la religión sin acciones prácticas es sin valor (vv. 26–27). Seamos realistas: un maestro que se auto-engaña, que practica una religión vacía probablemente no sea el mejor candidato para ser un discipulador.
Quizás la explicación más clara por ejemplo, puede ser encontrada en el libro de Hebreos: “Acordaos de vuestros pastores, que os hablaron la palabra de Dios; considerad cuál haya sido el resultado de su conducta, e imitad su fe.” (Hebreos 13:7). El autor de Hebreos nos está llamando a considerar—literalmente “a examinar cuidadosamente”—los resultados del estilo de vida de un maestro. Podemos estar tan atrapados en examinar las posiciones doctrinales de una persona que pasamos por alto su patrón de vida. Pero esto es esencial porque Hebreos nos llama a imitar la fe de estas personas. Si usted ha de hacer discípulos, necesita poner su fe en práctica para que el pueblo en derredor suyo pueda imitar su fe.
Por causa de esto, ser un hacedor de discípulos demanda su vida. El detalle de trabajo de un hacedor de discípulos es el mismo que de un discípulo de Jesucristo. Requiere todo. Significa seguir a Jesús en cada aspecto de su vida, seguirle con una devoción en integridad de corazón. Si usted no está listo para poner su vida por la causa de Cristo, entonces no está listo para hacer discípulos. Así de simple.
Ello no significa que usted necesita ser perfecto antes de empezar. La perfección es un proceso de toda la vida que no terminará sino hasta la eternidad (vea Filipenses 1:6 y 3:12–14). Pero no significa que usted necesite “considerar el costo” (ver Lucas 14:25–33) y permitir la verdad de Dios cambiar su vida. Hacer discípulos consiste en ver personas transformadas por el poder de la Palabra de Dios. Si usted quiere ver lo que les acontece a otros, usted mismo necesita estar experimentando dicha transformación.
¿Podría decir que su vida está siendo transformada por la verdad de la Palabra de Dios? ¿Por qué si o por qué no?
¿Qué cambios necesita hacer para vivir las verdades que usted estará enseñando a otras personas?
*Adaptado del libro Multiplícate escrito por Francis Chan
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