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De todas las cosas que el enemigo trata de robar, matar o destruir en tu vida, la paz está casi siempre en primer lugar en la lista. Él produce intencionalmente, discordia, división, perturbación y un disturbio, tanto dentro como alrededor de ti. Él es el señor del caos y la confusión, usando cualquier oportunidad que se presenta para perturbar tu sentido de bienestar y estabilidad. Él quiere que estés inquieto, desequilibrado, lleno de ansiedad, preocupado y confuso. En resumen, sin paz.
Pero es más que eso, porque como ningún otro ataque, él sabe que sacándote la paz poco a poco, tanto él como su séquito demoníaco pueden hacer que su tensión se expanda en todas las direcciones, contagiando a tus relaciones, carcomiendo a las mismas con desacuerdos y frustraciones.
Dalo por sentado. Cuando te sientas intranquilo o estés angustiado por tus relaciones, el enemigo está en alguna parte, en el medio de eso. Y está revolviendo todas las cosas. En todo lugar donde falte la paz, puedes estar seguro de que él está obrando.
Frecuentemente me pregunto cómo puede alguien sobrevivir sin la convicción de que este mundo no es su hogar. Todo aquí es inestable y decepcionante. Se puede perder el trabajo, la economía puede caer, los cónyuges pueden desilusionarnos, la casa de nuestros sueños se puede incendiar, los amigos pueden traicionarnos, la muerte se puede llevar a nuestros seres amados. Si nuestro estado emocional está dirigido por las circunstancias cambiantes del mundo, vamos a vivir constantemente en un estado de agitación y confusión. Sube un día y baja al siguiente. Necesitamos un ancla en nuestra alma que nos mantenga estables, sino nos hundimos. Estamos acabados. Es como si estuviéramos muertos.
La respuesta es la paz con Dios. Y es la única respuesta. Pero gracias a Dios, es una respuesta posible. Una respuesta que es siempre actual. Es una respuesta eterna.
¿Pero cómo? ¿Cómo te pones el calzado de la paz? Veamos tres pasajes de las Escrituras, dos del Nuevo y uno del Antiguo Testamento, que nos enseñan cómo.
Primero busca Filipenses 4:6-7. ¿Qué hace que la paz de Dios guarde tu corazón de manera tal que sobrepase a todo entendimiento?
Ahora busca Colosenses 3:15 que muestra la paz como nuestra guía. ¿Cuál es la última pauta que se da en este versículo?
Finalmente busca Isaías 26:3-4.
Los mensajes de estos pasajes están estrechamente unidos. Cuando elegimos una oración de acción de gracias en lugar de sumirnos en la ansiedad y la preocupación, estamos mostrando una confianza inquebrantable en Dios. Una oración envuelta en gratitud expresa una fe firme. Concentrarnos en Él en lugar de dejar que nuestras circunstancias nos absorban, es decirle al Señor que creemos que Él es capaz de invalidar y vencer hasta los asuntos más difíciles. Este tipo de fe capta Su atención, y Él responde activando Su paz en nosotros, una paz que no solamente nos guardará sino que también nos guiará a discernir la dirección que Dios quiere que tomemos.
Escribe por lo menos tres cosas específicas por las que estás agradecido a Dios, a pesar de cualquier dificultad que estés enfrentando.
¿Cómo puedes incorporar estas tres cosas en tu estrategia de oración de esta semana?
Cuando Dios ve este tipo de fe agradecida, cuando nuestras mentes están concentrados en Él, la paz de Dios aumenta dentro de nosotros. Estabiliza nuestras emociones descontroladas, fija nuestras mentes, guía nuestros pasos y hasta se refleja en nuestra experiencia con los demás. Suaviza nuestro hablar, desmantela nuestras paredes emocionales y en general nos impide ser tan difíciles.
Así es como nos ponemos el calzado de la paz, confiando y expresando gratitud. Después, experimentamos la paz de Dios que sobrepasa todo entendimiento.
Comenzando hoy, en cualquier momento que sientas que la preocupación o la ansiedad invaden tu corazón, tómalo como una señal para concentrar tu atención en Dios. Ora. Confía en Él. Sé agradecido. Y observa como Su paz, una paz que no se puede explicar, crece en tu experiencia. Entonces tus pies van a estar calzados con la shalom de Dios.
«Y el mismo Señor de paz os dé siempre paz en toda manera. El Señor sea con todos vosotros». (2 Tesalonicenses 3:16)
*Adaptado del libro La Armadura de Dios escrita por Priscilla Shirer
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